El tiempo, indiferente que avanza cancino, ante el desespero que se cierne entre noche y noche, entre luz y luz, y solo un hálito revive la voz detrás de la puerta, y la certeza se vuelve duda, en ese vacío que se ahonda para envolverlo todo, mientras en las calles el bullicio interminable va fermentando los ardores de inquietos cuerpos, fugacidad eterna, observa a todos lados, dominando la escena, su escena, la de la vida infranqueable, que nunca marchita, que siempre se renueva, revive en sí misma y para sí misma, entre angustias, alegrías, deseos, pesares,...
Y todo?, parece ser nada, parece ser vacío, ese vacío cada vez más grande, cada vez más asfixiante, que no se puede cubrir, que nadie lo puede cubrir, o sí?, sí!, por que simpre hay alguien, que regresa para tocar la puerta, y llenar todo lo que no se pudo, y los ruídos, la calle, el vértigo, todo vuelve a ser todo, armando las piezas, de ese ser en el nuevo lleno de aquella voz, aquella mano, de aquello todo...